A Tommy Robredo (Hostalrich, 39 años) su padre lo llamó así por la ópera prima del grupo «The Who». Pero a su hijo no le dio una guitarra, le dio una raqueta y con ella ha hecho una carrera fantástica en la que ha ganado 12 títulos individuales (entre ellos un Masters 1.000, Hamburgo 2006) y tres Copas Davis. Llegó a ser el número cinco del mundo, ha ganado 533 partidos y ha perdido 357. En el Conde de Godó (18-24 de abril) le pondrá punto y final.
¿Cómo era su primera raqueta?
Era una Donnay de esas así tamaño grande. Mi padre me la dio, pero yo no podía con ella. Era de madera. Pero es que yo tenía menos de un año, me la regalaron y estaba en pañales y ya le pegaba a la pelota, después no me acuerdo cuál tenía porque con esa Donnay era imposible que jugara. Desde que nací tuve la raqueta en la mano.
¿Era su padre muy fanático?
Sí, sí, sí. Le encantaba el tenis, se sacó el título de entrenador y fue mi entrenador de pequeño.
¿Y cuándo pasa de ser un juego a decir: “Quiero ser profesional”?
Pues mira, muchas veces los periodistas me preguntaban que cuándo había pasado a profesionales y yo decía que no, que lo hacía por hobby, pero claro, llega un momento en el que tienes 20 o 21 años y ya me decían: “Oye, no puede ser un hobby, ya te ganas la vida con esto”. Ahí me di cuenta.
¿Es difícil ese salto? Empezar a viajar y todo eso.
Bueno, difícil no. Nosotros estábamos en la Española y viajábamos a algunos Futures, a algunos internacionales, y quieras que no ya estás en el mundo este, aunque no juegues ATP. Vas subiendo de nivel, juegas Futures, ganas algunos partidos, consigues algunos puntos, luego algún Challenger, y no te das cuenta y estás metido en la rueda. De un día a otro no empiezas a jugar torneos, desde los 14 o antes ya íbamos haciéndolo. Vas con unos, con otros y acabas jugando Grand Slams.
Alguna vez ha comentado que cambiaría cosas…