Publicado por: Emmanuele Paul
Español   | Tiempo de lectura : minutos

El Real Madrid de baloncesto ha pasado un bache de resultados y sensaciones realmente malo en las últimas semanas. El equipo de Pablo Laso se cayó antes de que terminara el mes de enero y arrastró sus fantasmas durante la Copa del Rey y los partidos posteriores. Poco a poco ha conseguido ir saliendo de ese pozo, aunque la debilidad del conjunto madridista se muestra en la fragilidad que ha tenido a la hora de pelear por momentos decisivos en partidos apretados.

Muchos de esos problemas, además de la forma física, se han achacado a las carencias que tiene el conjunto blanco en el puesto de base. Después de años en los que Laso ha tenido a sus órdenes a jugadores de talla mundial, ahora la entidad blanca está pagando con creces la falta de esas estrellas que aporten mando y dirección.

Nombres como Sergio Rodríguez, Luka Doncic o Facundo Campazzo han pasado por el eje de las operaciones madridistas con una brillantez pocas veces vista de manera tan consecutiva. Sin embargo, ahora se echa en falta la presencia de un jugador de esas garantías. Lo cierto es que no se ha acertado con los fichajes de este curso o con la estructuración de la planificación, ya que las apuestas de Laso no han dado los resultados esperados.

Así pues, nombres como los de Thomas Heurtel, Nigel Williams-Goss o Carlos Alocén no han sabido llenar el hueco dejado por las estrellas del pasado. Y ahora lo que se demanda es la llegada de un nuevo playmaker de talla mundial que vuelva a guiar al Madrid a ese nivel que ahora mismo solo pueden ofrecer Barça, Anadolu Efes y quizás Olimpia Milan o el recién expulsado CSKA. A pesar de su situación en la clasificación, la caída libre de los blancos les hace estar un peldaño por debajo de los grandes.

Thomas Heurtel y Pablo Laso, durante un partido.


Thomas Heurtel y Pablo Laso, durante un partido.

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