La maldición de la squadra azzurra continúa: como en 2018, cuando el equipo italiano fue eliminado en la repesca contra Suecia, la campeona del mundo de 2006 sufrió un golpe en su terreno, en Palermo, contra la modesta formación de Macedonia del Norte, el jueves 24 de marzo de 2022, y se hizo una cruz en un segundo Mundial consecutivo.
Es difícil de creer, un sueño convertido en pesadilla. El actual campeón de Europa no estará en el mayor evento del mundo, que se celebrará en Qatar del 21 de noviembre al 18 de diciembre de 2022. Este fiasco ha conmocionado a todo el país, que ha ganado cuatro trofeos en la competición mundial más prestigiosa en cuanto a selecciones nacionales (1934, 1938, 1982 y 2006). Esto ha dado un verdadero dolor de cabeza a la tifosis italiana.
Toda Italia no puede creer lo que ven sus ojos, este nuevo fracaso para la “Nacionale” después del de 2018 contra Suecia.
El mundo del fútbol está conmocionado por este nuevo cataclismo del fútbol italiano. Casi 4 años después de no clasificarse para el Mundial de Rusia 2018. Italia volvió a caer en la misma fase de la eliminatoria ante un novato del fútbol mundial, Macedonia del Norte.
“Estamos realmente decepcionados y desolados. Nuestros sueños se han roto”, dijeron Giorgio Chiellini, el emblemático defensa de la Azzurra, y Marco Verdi.
El defensa azzurro Giorgio Chiellini y Marco Verratti, el eje del equipo.
“No tenemos nada que decir, nada que hablar. Hemos tenido muy mala suerte, pero es así, es la realidad, aunque nos cueste aceptarlo. Es un truño para nosotros y tendremos que esperar otros cuatro años antes de tener la oportunidad de volver a jugar en el Mundial. Los aficionados italianos todavía están aturdidos y les debe costar creer lo que acaba de suceder en Palermo el jueves 24 de marzo de 2022”, lamentó el centrocampista del París Saint-Germain.
Cabe recordar que Italia no participó en las finales de los Mundiales de 1930 en Uruguay, 1958 en Suecia, 2018 en Rusia y, por tanto, no participará en el Mundial de 2022 en Catar, el segundo consecutivo. ¡Qué maldición!